Como el Alioli tiene tan pocos ingredientes, la clave es que éstos sean frescos y de calidad.

El alioli (del catalán, “all i oli”, ajo y aceite) es la salsa mediterránea por excelencia y lleva acompañando nuestros platos desde hace cientos de años. Tradicionalmente, se prepara en mortero, emulsionando a mano ajos frescos y aceite de oliva.
En Bacoa, usamos ajos confitados y, a pesar de las críticas de los más puristas, ¡creemos que el resultado es una salsa única y deliciosa! Aquí te damos algunas pistas…
Ingredientes

Nuestra cebolla caramelizada
Elaboración
Ponemos en una cazuela los dientes de ajo y los confitamos a fuego muy lento en 240 ml de aceite de oliva. Una vez tomen un ligero color tostado, los apartamos del fuego y dejamos que se enfríen y reposen junto a su aceite hasta el día siguiente.
En el vaso de la batidora de mano introducimos los ajos y el propio aceite junto con la sal y trituramos hasta obtener una pasta espesa.
Finalmente, agregamos la yema y el resto del aceite (poco a poco) para ir emulsionando hasta que nuestro alioli adquiera la textura y consistencia perfectas.
En el caso de que hayas intentado esta receta de alioli, te habrás topado quizá con problemas en el momento de ligar los ingredientes. Si se te corta el alioli, no te preocupes: ¡todavía puedes salvarlo!
Antes de empezar, para que no se te corte y luego vengan las lamentaciones, se aconseja que todos los ingredientes estén a temperatura ambiente. Así que déjalos atemperar un rato antes de emulsionar.
Si ya es inevitable, coge un recipiente y pon los ingredientes básicos pero en menor cantidad. En lugar de aceite, introduce la base cortada y bate de nuevo. Hay que ser perseverante en esta vida, con paciencia y saliva…
Si no te ha servido ninguno de estos trucos, prueba con el último recurso (apto para dummies) que te reanimará la emulsión sí o sí. Consiste en añadir un pedazo de patata cocida o bien migajas tiernas de pan, batir de nuevo y voilà! En un santiamén ya lo tendrás ahí arriba, cremoso y sabroso. Renacido y listo para darle una nueva dimensión a tus patatas fritas o a esa pechuga triste a la plancha.
